La construcción de paz como escenario de experimentación socioempresarial

Por: Santiago Sosa | Profesor Asistente en Universidad EAFIT


“Las empresas no pueden tener éxito en las sociedades que fallan”

Paul Polman, ex-Gerente Unilever

 

En el último reporte del Observatorio de Inversión Privada se resaltó de manera especial una falencia en la construcción del tejido empresarial en las zonas PDET. Si bien esto en gran parte puede explicarse por los efectos de la pandemia, el informe también destaca que la gran mayoría de empresas nuevas son microempresas, por lo que hay una ausencia de entrada de grandes compañías a las zonas PDET. Dicho de otro modo, la actividad empresarial en estas zonas se debe principalmente al emprendimiento local y no a una articulación de sus mercados con el resto del país.

¿Cómo podría fortalecerse entonces el tejido empresarial? En el informe el Observatorio recomienda, entre otros, articular esfuerzos con actores dinamizadores, tales como el gobierno y las cámaras de comercio que sirven a los municipios PDET. Sin embargo, creo que aquí hay un actor sobre el cual debemos hacer hincapié: la comunidad misma. En ese sentido, aquí deseo argumentar que el tejido social es la base sobre la cual debemos construir el tejido empresarial.

La idea de las zonas PDET fue justamente llevar desarrollo a los lugares del país más afectados por el conflicto, en donde se destruyó el tejido social. Aún hoy en día vemos cómo los líderes sociales corren graves peligros, en particular a manos de las bacrim y los GAO, por lo cual vemos comunidades desarticuladas y con grandes problemas de acción colectiva. Es aquí, en la reconstrucción del tejido social, en donde las compañías pueden apostarle a la construcción del tejido empresarial.

En efecto, el contexto nacional de postconflicto se puede visualizar como un escenario de experimentación socioempresarial. En efecto, nos enfrentamos a un contexto sin precedentes para la construcción de paz en el país, por lo que es hora de ser osados, de ser creativos en las maneras en que el sector privado puede ser un actor clave en nuestra reconstrucción y desarrollo. En particular, la manera en que las empresas entran a los territorios y tejen relaciones con las diversas comunidades será la clave.

En su libro Diplomacia Corporativa, Witold Henisz presenta un modelo para las empresas para hacer justamente esto. Clave es que ella no es simplemente relaciones públicas o simple filantropía: debe ser una apuesta estratégica de las compañías en su creación de valor. Tener a las comunidades de su parte le ahorrará al sector privado muchos costos y problemas más adelante. Piénsese en las comunidades como potenciales socios en alianzas estratégicas con mucho que aportar: conocimiento íntimo del lugar y sus dinámicas, apoyo, capital humano y legitimidad a la actividad empresarial.

Para ilustrar lo anterior, veamos el caso de Confecciones La Montaña, un emprendimiento de ex-combatientes en el ETCR de La Plancha en Anorí. Su taller de confecciones emplea miembros de la comunidad cercana, hace reparaciones a sus atuendos (servicio fuera de su catálogo) y presta su espacio para reuniones de y con la comunidad. En ese sentido, este emprendimiento está reparando el tejido social.

Invertir en y realizar alianzas con las comunidades y los líderes sociales que las representan podría ser un buen primer paso para dar entrada a las grandes compañías del país y articular los nuevos emprendimientos con sus cadenas de valor, formando así el tejido empresarial local. Apostarle a la coordinación interna de las comunidades puede resolver los problemas de articulación y acción colectiva mencionados anteriormente. De igual manera, es hora de soluciones creativas para la construcción de paz. Podemos ver en el ejemplo de COMUNES una idea para ello: construir cooperativas. Ellas pueden ser la solución a la desarticulación de las comunidades y luego podrían ser los actores con quienes realizar alianzas corporativas. Piénsese en ellas como posibles socios de joint ventures.

El Observatorio de Inversión privada destaca cuatro actividades para involucrar al sector privado en los PDET: negocios inclusivos, estrategias de valor compartido, alineación de la inversión social, y la filantropía. Si se hace partícipe a las comunidades en cada una de estas actividades, se podrán obtener resultados más contundentes. Si bien esto requiere la coordinación entre múltiples actores públicos y privados, son las comunidades quienes pueden definir con mayor certeza sus necesidades y quienes podrán suministrar la mano de obra para las empresas en la región. Y el sector privado podría convertirse en el articulador que permita el éxito de los PDET.

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