Las transiciones en el sector minero-energético

Por: Daniela Orozco | Subdirectora de Industria Extractiva en JA&A


En cualquier democracia, los cambios de gobierno implican una transición y, por ende,  un punto de inflexión para el sector privado, pues significa la puesta en marcha de nuevas políticas y proyectos que tendrán repercusiones para las operaciones de las empresas, en función de la orientación y las apuestas del gobierno entrante. En el panorama actual del país y la forma en como ha evolucionado el debate electoral, el cambio de gobierno y quien se perfila como futuro presidente supone un reto de grandes proporciones para las empresas colombianas y en particular, las de la industria minero energética: Gustavo Petro y su fórmula vicepresidencial, Francia Márquez, han dejado muy clara su postura frente a la extracción de recursos naturales y el futuro de estas actividades en el país durante su administración.

Quienes trabajamos en este sector sabemos las implicaciones fiscales y económicas que supondría suspender las campañas de exploración en minería e hidrocarburos y eliminar en el futuro inmediato definitivamente las operaciones de esta industria. Sin embargo, en un mundo globalizado en el que la agenda climática domina las conversaciones internacionales; en el que existen unas metas de descarbonización y en el que los ciudadanos demandan cambios significativos en el ejercicio político y las apuestas de los futuros gobernantes, el argumento del impacto fiscal y económico que implicaría la suspensión de estas actividades es poco efectivo para convencer a los ciudadanos sobre la importancia del sector minero y petrolero. Es necesario ir más allá, e involucrar en la conversación argumentos “de carácter moral”, si se quiere llamarlos así, que permitan resignificar la industria y ponerla en un contexto en que su importancia va más allá de un asunto meramente económico.

Uno de ellos podría ser el rol tan importante que van a jugar estos sectores en la transición energética, pues es bien sabido que la extracción de minerales estratégicos se requiere para fabricar la infraestructura para las energías renovables y que en todo caso, el aporte fiscal de el sector minero y petrolero será necesario para financiar esta transición. Sin embargo, me atrevería a pensar que estos argumentos no son suficientes, por lo que es necesario poner sobre la mesa otras contribuciones de las empresas de esta industria para el desarrollo y bienestar integral de los entornos de operación. Y no me refiero al empleo o la inversión social. Considero que es fundamental que las empresas, asumiendo su rol como ciudadanos corporativos en los territorios, demuestren su compromiso con la paz y la transición del conflicto armado.

Según datos de la Brújula Minera 2022, las empresas mineras colombianas están comprometidas con la paz en los territorios. El 71% de los directivos afirma que su compañía invierte en proyectos de construcción de paz; y el 76% de ellos cree que la presencia de estas empresas en las regiones más afectadas por la violencia y la pobreza aporta a la transición de conflicto armado. A pesar de esto, sólo el 52% de los colombianos está de acuerdo con esta última afirmación.  Esta brecha de percepción indica que, si bien existe una voluntad y compromiso por parte de las empresas del sector con el cese del conflicto y la reconciliación en el país, este compromiso todavía no es reconocido por los habitantes de estas regiones. En este orden de ideas, resulta necesario visibilizar estos compromisos, para darle un sentido superior a una industria que, según muchos, no tiene cabida en el futuro próximo.

Así mismo, en el mundo contemporáneo, el rol del sector privado y su responsabilidad con su entorno y sus grupos de interés dejó de ser, hace mucho tiempo, la obligación de mitigar sus impactos y generar empleo. La sociedad actual demanda que las empresas, y especialmente las de esta industria, se comprometan con asuntos mucho más trascendentales y de impacto, como lo es la transparencia, el progreso de las comunidades, el buen gobierno y en un caso tan particular como el colombiano, la contribución a la paz. Sólo involucrándose en asuntos tan críticos para el desarrollo de una sociedad como la nuestra es que las empresas mineras y petroleras lograrán hacerse un lugar en la Colombia de los próximos años, sin importar quien sea el gobernante de turno.

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