Gastronomía y arte para la paz

Por: Elvia Montoya.

Soy Elvia Montoya, exdiputada del departamento del Casanare, y tengo un recorrido de 23 años como artesana. Nací en Támara (Casanare), un municipio que está ubicado sobre la Cordillera Oriental de los Andes a 1.156 metros sobre el nivel del mar y, desde esa altura, ha resguardado más de 391 años de historia desde su fundación realizada por el padre José Dadey Pey en 1628.  

Támara, desde sus primeros días, se estableció como una población guiada por la religión católica y las instituciones coloniales. Por esta misma razón, fue cuna de los primeros entes de control dentro del departamento, en este lugar se establecieron las primeras curias, juzgados, notarías y registros públicos de la región.  

Desde que tengo memoria, he luchado por el bienestar de mi pueblo, por sacar a mi gente adelante y por ser una líder social. También soy víctima del conflicto armado. En el año 2000 fui secuestrada seis meses, estuve encerrada en Labranzagrande (Boyacá), y desde el agravamiento del conflicto armado en el municipio durante la década de los 80, viví el asesinato de mi esposo, Jorge González, un gran líder social.  

Tras mi secuestro, tuve que viajar a Bogotá, en donde viví 8 años. Allí logré hacer cursos de culinaria avanzada y también de artesanías. Aprendí muchas cosas, volví a mi tierra y fundé mi negocio de artesanías, que poco a poco creció y se convirtió en uno de los atractivos más turísticos de mi pueblo natal.  

Con mucho esfuerzo, logré construir una cuadra completa únicamente para mis negocios. Tenemos un hotel, un restaurante, una droguería y mi lugar favorido: el lugar de artesanías, donde los visitantes encuentran una fábrica de café, la tostadora, la secadora donde se elabora el sabajón de café, dulces de café y toda clase de postres.  

Creo que convertí mi adversidad en un espacio para el arte. Mi negocio deja experiencias a quienes me visitan y vienen a escuchar mi historia. Es por lo anterior que cada vez que tengo la oportunidad, muestro a Támara, que es un rinconcito de Casanare que ha sabido reconstruirse luego de una época muy violenta. De este municipio es fácil enamorarse con todos los sentidos, pero hace falta verlo de frente para conocer el amor a primera vista.  

Támara, a pesar del período tan violento y el olvido colectivo del que ha sido históricamente víctima, cuenta con una riqueza natural impresionante, paisajes inolvidables, un clima delicioso y mucha gente que lucha por volver a hacer de este lugar un referente en el departamento.  

Ojalá todos pudieran visitar nuestro municipio, un lugar que de seguro les calienta el alma. Támara tiene necesidades; sin embargo, cuando recordamos que acá tenemos tres pisos térmicos, una economía independiente del petróleo y las ganas de convertir a este lugar en el próximo Eje cafetero de Colombia, también sabemos que aún hay esperanza. 

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