El cambio es con las empresas

No hay una economía exitosa en el mundo que no cuente con un sector privado robusto, un tejido empresarial denso y una política pública que promueva el emprendimiento y su participación en negocios con grandes empresas. Así mismo, son economías que promueven mercados dinámicos, que haya transacciones comerciales entre empresas locales y foráneas, e incluso, incentivando inversiones extranjeras que impacten y promuevan diversas actividades económicas que agreguen valor en lo local.

 Hacia allá avanzan las políticas públicas de los países desarrollados y en vías de desarrollo que buscan crecer económicamente para contar con posibilidades de inversión social, y este debería ser el camino a seguir en este gobierno que se ha denominado como “del cambio”. Es decir, el cambio no puede ser posible si no se tiene en cuenta a la empresa privada.

 Algunos gremios y centros de pensamiento han manifestado que las propuestas en materia tributaria, las discusiones que hubo durante la campaña en materia laboral y pensional, y la visión de inversión social bajo la lógica de los subsidios, van en contra de la fórmula de crecimiento económico que habilita la inversión social. Por otra parte, el gobierno nacional ha señalado que quiere promover una transición productiva y una nueva industrialización en Colombia.

 Mientras en Bogotá se tienen estas discusiones, en las regiones PDET el tejido empresarial se encuentra sobre una cuerda floja, en un momento de gran vulnerabilidad, ante los pocos mensajes en favor de la priorización y desarrollo para estos municipios, más allá de la nueva política de paz total. Según los indicadores del Observatorio, la recuperación económica después de la pandemia no ha llegado a los PDET como a las ciudades y regiones menos afectadas por la violencia y la pobreza. El ritmo con el que venía creciendo la creación de empresas en los 170 municipios priorizados cayó de manera dramática en 2020 y no repuntó en 2021 como en otros territorios. De la misma manera, la tasa de supervivencia de las empresas, medida por el porcentaje de renovación de las matrículas mercantiles, se ha visto afectada por este contexto.

 Siendo las zonas más vulnerables de Colombia, los PDET son las regiones que más requieren de agentes de cambio como la empresa privada, que acoge a todas las empresas, desde las que integran lo que el gobierno ha llamado “economía popular” hasta grandes multinacionales, que generan empleo, comercio y riqueza. Sin embargo, para que haya empresas en las regiones hay que promover la oferta de bienes y servicios públicos, y mantener y mejorar permanentemente las condiciones habilitantes para hacer negocios que se comunican con las mejores condiciones de vida de las personas.

 En este sentido, la visión del gobierno nacional hacia el sector privado no debería ser únicamente como a una caja menor, pues desconoce el rol dinamizador y transformador de las empresas sobre las realidades de los territorios. Pero para que las empresas puedan seguir contribuyendo al desarrollo y transformación de las realidades y dinámicas de los territorios, necesitan apoyo. Mas aún, las que se encuentran en municipios como los PDET.

 Por ejemplo, es preciso abordar de manera diferenciada el tejido empresarial en los PDET vía mecanismos alternativos para la formalización de las empresas y los empleos, como lo ha recomendado el Observatorio de Inversión Privada al gobierno nacional, y lo ha visibilizado en diferentes escenarios y ante diversos públicos. Si se promueve que haya más personas con salarios que con subsidios, habrá un mayor desarrollo de los PDET como mercados.

 En suma, el cambio en las regiones más afectadas por la violencia y la pobreza en Colombia pasa por incentivar y fortalecer la inversión privada. El gobierno debe brindar las condiciones mínimas para que las empresas puedan dedicarse a sus negocios, lo cual pasa por promover un entorno más competitivo y con un enfoque diferenciado, dando paso hacia economías menos informales, que busquen la recuperación del tejido empresarial de las regiones para que éste siga cumpliendo con su papel de agente de cambio.

 

Anterior
Anterior

Un camino para la superación de la pobreza monetaria en Colombia.

Siguiente
Siguiente

Impacto de la reforma tributaria en los PDET