Empresarios y convulsión social: no se pueden separar

Por: Angelika Rettberg, Jason Miklian y Paula Urbina*


Ahora que el paro nacional que convulsionó al país por varias semanas está menguando, es hora de hacer un balance y sacar algunas lecciones. ¿De qué forma se juntaron los impactos de la pandemia, las múltiples violencias y la inseguridad y los efectos del paro para conformar el contexto complejo dentro del cual operan actualmente las empresas colombianas? ¿Qué lecciones podemos extraer para promover una relación más constructiva entre empresas y sociedad?

El empresariado colombiano ha estado expuesto a múltiples presiones en el último año. A dificultades conocidas como la violencia y la inseguridad se han sumado la pandemia y los efectos del paro nacional. En una encuesta financiada por el consejo de investigación de Noruega y adelantada por RIWI, un grupo de investigadores de la Universidad de Oslo y de la Universidad de los Andes nos hemos preguntado por los impactos percibidos por empresarios bogotanos y cómo esos impactos se reflejan en su percepción respecto a la legitimidad del paro nacional, la acción de la Policía Nacional y las perspectivas de futuro. De las respuestas se derivan miradas interesantes no sólo acerca de los golpes económicos que han experimentado las empresas, sino también acerca de las implicaciones de estos en la forma en la que las empresas conciben su rol en una sociedad convulsionada.

Con una muestra de 12.560 personas, de las cuales 1.100 se calificaron de administradores o tomadores de decisiones empresariales, en todas las localidades de Bogotá y Medellín pudimos establecer, por un lado, la magnitud del golpe que representó la pandemia del 2020 para la actividad empresarial: alrededor de un 80% de las empresas consultadas declararon haber sufrido al menos algún impacto negativo durante el último año, y casi 40% dijo haber sufrido impactos muy negativos.

Por otro lado, la violencia en sus entornos también empeoró, según declaró la mayoría de los encuestados. Según las respuestas, la percepción es que dicha violencia es ejercida de manera parecida por grupos y bandas criminales y por agentes estatales. En particular, la percepción de extorsión aumentó en varias localidades.

Como resultado, 30% de las empresas dijeron haber aumentado su actividad en apoyo a las comunidades que las rodean, ofreciendo atención o empleo a migrantes, población vulnerable y personas con discapacidad en su entorno inmediato. Más o menos el mismo porcentaje redujo su actividad social.

Notablemente, aquellas empresas que aumentaron su participación en actividades con sus comunidades tienen tres veces más de probabilidad de ser rentables en la actualidad y cuatro veces más de seguir funcionando, a pesar de los estragos causados por pandemia y paro.

El paro nacional agravó algunos de los fenómenos que han aquejado a las empresas: 80% de los encuestados -entre público general y empresarios- afirmaron que el paro empeoró las condiciones para las empresas. Sin embargo, 60% de los empresarios consultados declararon su apoyo al gobierno y un rechazo al paro, sobre todo las empresas a las que les va comparativamente mejor en términos económicos y que tienen una mejor situación de seguridad.

Llama la atención, sin embargo, que tanto entre la población general consultada y la muestra de empresarios -incluso entre aquellos que perciben que la violencia aumentó en su entorno- es mayoritaria la preocupación por la percepción de excesos en la fuerza policial. Es notable que incluso entre las empresas más pequeñas, que han sido más afectadas por el paro, es mayoritario el apoyo al paro y el rechazo a los excesos de fuerza, al igual que entre las personas más jóvenes y aquellos que perciben que la situación económica y de seguridad ha empeorado en el último año.

Estos datos muestran varias cosas: en primer lugar, el empresariado es un actor social complejo, cuyas respuestas reflejan particularidades del contexto en el que opera. Como lo muestran muchos de estos datos, el empresariado está tan preocupado como cualquier otro grupo social por la situación del país y tiene mucho que perder. Como resultado, la mezcla de dificultades anteriores y actuales ha generado una crítica e insatisfacción con las acciones desde el Estado, tanto las políticas como las represivas.

En segundo lugar, este parece ser un momento único para la relación entre empresa y sociedad en Colombia, que le recuerda a las empresas que no se pueden separar los asuntos empresariales de los sociales más amplios. Así como los ciudadanos ven a las empresas como parte del problema, también los ven como parte de la solución, dependiendo de cómo se relacionan con sus comunidades. Numerosas iniciativas desde el sector privado, que han hecho reconocimientos explícitos a los problemas sociales que animan al paro -como la rampante desigualdad. Agravada por la pandemia- o que han promovido diálogos locales o cambios en las estrategias empresariales así lo demuestran.

Finalmente, el empresariado no es un actor monolítico. Nuestros datos muestran que es necesario entenderlo como un actor cuyas respuestas dependen del sector en el que opera y del tamaño y la experiencia particular de cada empresa. Pandemia, violencia y paro nacional se han constituido en factores catalizadores para realzar esa naturaleza compleja de los empresarios.


*Angelika Rettberg, profesora titular, Universidad de los Andes

Jason Miklian, investigador pos-doctoral, Universidad de Oslo

Paula Urbina, investigadora, Universidad de los Andes


Publicada originalmente en: Portafolio, https://www.portafolio.co/negocios/empresas/empresarios-y-convulsion-social-no-se-pueden-separar-553037

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