Miel de Caquetá para el mundo

Soy Gustavo Mildes, representante legal de la Asociación de Apicultores de la Montañita (ASOAPIM), del municipio de La Montañita, Caquetá.


ASOAPIM surge como resultado del programa “Guardabosques” desarrollado entre 2007 y 2009, y tiene su origen en un grupo de personas que nos dedicábamos al cultivo de productos ilícitos, quemas, insecticidas y trabajo con ganadería. Cuando recuerdo esos años, pienso también que ignorábamos por completo los impactos de nuestras acciones sobre el medio ambiente.

Todo comienza cuando, con incentivos del Gobierno, nosotros mismos hicimos erradicación de esos cultivos para encaminarnos en un proyecto lícito. Durante el 2008, nos trajeron apoyo técnico en apicultura y entendimos que este proyecto sería rentable y produciría buenos ingresos.

Empezamos un proceso de ahorros programados para poder cofinanciarnos. Fue así como 37 personas, cada una con un ahorro de un millón de pesos, y con apoyo del gobierno, reunimos un capital para iniciar este camino.  

Hablar de la apicultura en nuestra asociación es remontarnos al primer año. Al principio, nosotros empezamos cada uno con 10 colmenas, incluyendo los equipos de protección y las herramientas de manejo de las abejas. Al año siguiente ya contábamos con personería jurídica, y seguimos contando con asesoría técnica. Sin embargo, no veíamos resultados.

Nosotros mismos habíamos deforestado toda la zona agrícola. “¿Cómo ibamos a cosechar miel en esas condiciones?”. Nos contagió el desánimo, la desesperanza, nada estaba funcionando como esperábamos.

Como un rayo de luz, aparece un nuevo proyecto con Naciones Unidas, quienes nos apoyaron durante seis meses. A pesar de este impulso, debo reconocer que una mezcla de este desánimo y de nuestro desconocimiento en el tema no dejaban que el proyecto tuviera éxito. Los socios se empezaron a retirar, y cuando nos llegó un nuevo proyecto, algunos ya no querían trabajar con abejas.

Tras un proceso constante de aprendizaje empírico, fui conociendo poco a poco las abejas. Asistí a un encuentro internacional de apicultores y fue allí donde conocí realmente  la importancia de las abejas y sus productos finales. Cuando me veía con un poco más de ánimo y optimismo sobre mi negocio, surgió un nuevo inconveniente: el conflicto armado. Me ví obligado a abandonar mis colmenas e irme. Aunque iba de vez en cuando a dar una vuelta por el sitio, pasé de tener 15 colmenas a quedarme con 5 nada más.

Apenas pude regresar a mi tierra, empecé a cultivar mi primera miel, y me fui a vender de puerta en puerta, en varios municipios. Fueron momentos difíciles, pues en muchos lugares no fui bien recibido. Pero siempre supe que podía lograrlo.

Un segundo rayo de luz vino cuando recibí una invitación para una entrevista para televisión. Después de ser trasmitido el programa, empecé a recibir llamadas donde indagaban por mis productos, me preguntaban si era miel pura y cómo podían adquirirla. A los gente realmente le interesaban mis productos.

Nuestra empresa se puede definir como una asociación familiar, y quisimos convertir nuestra granja en un espacio de turismo educativo, para enseñar a quienes nos visiten sobre las abejas, los productos que nos ofrecen y su importancia para el medio ambiente. A pesar de coincidir este proyecto con la pandemia, nunca pensé en detenerme.

Creo que mi impulso y determinación me llevaron a conseguir el mayor logro para mi negocio. Me llamaron de Bogotá para presentar una muestra de la miel, en el marco de un proyecto de identificación de las mieles especiales de Colombia, ante Colciencias y el Ministerio de Agricultura. Se presentaron 151 muestras, ¡y nuestra miel quedó dentro de las mieles especiales de nuestro país! Tuvimos una mención honor por calidad e higiene y buenas prácticas apícolas. La alegría y satisfacción era tan grande, y pienso que ahora puedo ofrecer una miel orgánica, certificada en calidad.

A pesar de las dificultades, y que faltan recursos para ampliar nuestros apiarios, hoy tenemos un producto insignia, no solo del departamento sino de nuestro país. Lo hemos podido mostrar en las diferentes ferias donde nos han invitado a participar. Nuestro proyecto también es bandera para todos los procesos agroforestales de cultivo y de conservación de bosques.

Además, contribuimos con la mejora del medio ambiente, y pensando en ello es que queremos que a futuro este sea un centro de investigación. Ya hemos empezado con pequeños pasos, pues acá vienen estudiantes a quienes apoyamos para que puedan hacer sus tesis de grado. Ellos se convierten en multiplicadores del amor y el cuidado que se debe tener al medio ambiente.

Con gran orgullo puedo decir que “Miel Caquetá” lo vale todo. Ha valido la pena el sacrificio, la dedicación y la perseverancia. Nuestra empresa no solo es bonita, también tiene mucho que contar, por ejemplo, que la convicción se sobrepone a las dificultades y que el cuidado del medio ambienta también puede ser un negocio.

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