Mujeres de Oro en el Bajo Cauca Antioqueño: Una apuesta por la inclusión en municipios PDET
Si bien en las últimas décadas en el mundo y en Colombia se han alcanzado importantes resultados en los indicadores que dan cuenta del cierre de brechas de género, aún se expresan rezagos respecto de la paridad para el disfrute en igualdad de condiciones de los beneficios del desarrollo y de la democracia.
Por más esfuerzos que ha hecho la comunidad internacional y a pesar de las agendas globales, como los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la Plataforma de Acción de Beijing, a la fecha ningún país ha alcanzado la igualdad de género. En economía, por ejemplo, el Índice Global de Brecha de Género 2020 que el Foro Económico Mundial calcula para 153 países, concluye que no se ha logrado la paridad entre hombres y mujeres en ninguna nación y que la diferencia en materia económica asciende a un 42%. El cierre de la brecha de género puede tomarle al mundo aproximadamente 200 años, si las dinámicas actuales persisten.
Según las fuentes oficiales (DANE y ONU Mujeres), en Colombia somos 22,6 millones de mujeres y 21,6 de hombres, y hay más de 6 millones de hogares con jefatura femenina. Si se atendiera con prioridad a los intereses, demandas y necesidades de las mujeres, se impactaría estratégicamente a más de la mitad de la población y sus dependientes. Sin embargo, no resulta fácil que su voz y agencia sean concretas en los niveles decisorios, si la cuota electoral apenas alcanza el 23,8%.
En el país, 13 de cada 100 mujeres que están en condiciones de trabajar o que buscan empleo no lo logran. Una mujer tiene un 5% más de probabilidad de estar desempleada, y si consigue un empleo, recibe 88 pesos por cada 100 que gana un hombre al realizar la misma actividad.
Este panorama permite hacer visibles algunos de los efectos económicos, políticos y sociales derivados de las atribuciones culturales asignadas a hombres y mujeres. También ofrece algunas reflexiones sobre el uso del enfoque de género, entendido como una perspectiva analítica que, además de ser útil para evidenciar las brechas mencionadas, busca intervenirlas. El acceso a la educación de calidad, que ya de por sí es limitado en territorios lejanos de los grandes centros productivos del país, es aún más escaso para las mujeres[1]. Los indicadores mencionados son ejemplos contundentes de esas dinámicas de exclusión que afectan diferencialmente la participación de las mujeres de los beneficios del desarrollo, y más aún en contextos de ruralidad.
Así mismo, son claras otras expresiones de desigualdad y de vulneración de derechos humanos, como las uniones tempranas y los embarazos en niñas y adolescentes en contextos de ilegalidad. La violencia física o sexual es mucho mayor en contra las mujeres, pero se invisibiliza o incluso se justifica en contextos de guerra y en presencia de múltiples actores armados.
Las mujeres que habitan el Bajo Cauca conocen bien estas realidades, las han vivido y las han identificado en el marco de los procesos por la equidad de género que promueve el Programa Mujeres de Oro o la Alianza Global para el Desarrollo Incluyente en los Municipios de El Bagre, Zaragoza y Nechí. La apuesta de ellas ha sido desarrollar acciones orientadas a lograr igualdad de oportunidades para todas. Para esto, han fortalecido su capacidad asociativa; han generado intervenciones sociales en red; han dinamizado procesos de incidencia política; y han promovido el aprovechamiento de la oferta de formación para el emprendimiento o el desarrollo de programas de enganche al mercado formal de la economía del Bajo Cauca.
La empresa privada (Mineros S.A., Jaime Arteaga y Asociados y 2M Consultores) y la misión de USAID/Colombia han acompañado responsablemente estos abordajes estratégicos de intereses, demandas y necesidades, como aportes para la construcción de paz y el fortalecimiento de la democracia en estos territorios.
Desde Mujeres de Oro también se coordinan procesos con la institucionalidad en sus niveles municipal, subregional y nacional, atendiendo a la necesidad de avanzar en la garantía de derechos para las víctimas del conflicto armado, con énfasis especial en las mujeres. Esto incluye la coordinación para optimizar los esfuerzos y recursos destinados a generar acciones que permitan transformar las condiciones de vida en los municipios más afectados por las violencias derivadas del conflicto armado, impactados por los cultivos ilícitos, la pobreza y la presencia de todos los actores armados.
Para lograr este propósito, Mujeres de Oro ha establecido vínculos con los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, PDET. El Bajo Cauca forma parte, junto con el Nordeste Antioqueño, de un PDET que agrupa 13 municipios, entre ellos El Bagre, Nechí y Zaragoza. Las habitantes rurales de la subregión han identificado que la oferta articulada entre el PDET y Mujeres de Oro es una oportunidad para incidir, hacer control social y participar activamente en la construcción de territorio y tejido social, con acciones que garanticen la inversión pública y privada, atendiendo a la agenda estratégica por los derechos de las mujeres.
“Es una oportunidad única, para mí como mujer rural, hacer parte de iniciativas que generarán desarrollo, impacto y sobre todo que mis aportes sean valorados, que pueda ser reconocida como lideresa y demostrar el empoderamiento que estamos teniendo las mujeres.” Mildreth Diaz, Zaragoza.
La participación de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres tiene múltiples ventajas, que justifican estas acciones y las sinergias que incluyen al sector privado. Los analistas señalan que estos esfuerzos por la equidad de género incrementan el PIB; generan mejores estándares ambientales y sociales con una mejor reputación y mayor compromiso de los stakeholders; y, se logra mayor rentabilidad sobre el capital, los activos, el precio de las acciones y el retorno a los accionistas.
En suma, la inversión social privada con equidad de género supone una correlación positiva entre el desarrollo humano, el crecimiento social y el desempeño de las empresas y las economías. ¿Qué tal una mayor inversión social privada en contextos de precarización y vulnerabilidad como los afectados por el conflicto armado?
“Para mí, haber hecho parte de esa construcción colectiva fue muy gratificante ya que, cómo lideresa, poder incidir con ideas y aportes claros para incluir propuestas que defiendan los intereses de las mujeres en los planes de desarrollo y en sus iniciativas PDET, es la prueba tangible de que los liderazgos son efectivos siempre y cuando se sepan aprovechar.” Maira Pertuz, El Bagre.
Mujeres de Oro es una estrategia exitosa de empoderamiento político, económico y cultural para las mujeres de Nechí, El Bagre y Zaragoza. Ellas trabajan por lograr que las propuestas de las ciudadanas se incorporen a la agenda pública y privada, para lograr una visión integrada del desarrollo regional y una apuesta armónica que recoja las perspectivas diferenciales, territoriales y de género en el Bajo Cauca Antioqueño.
[1] MUJERES DE ORO (2020). Diagnósticos situacionales con enfoque de género para planes de desarrollo territoriales. Municipios de El Bagre, Zaragoza y Nechí. Jaime Arteaga y Asociados: Documento sin publicar.